El Ibex-35 perdió entre este lunes y el miércoles más de un 11% de su valor, como consecuencia de la duradera crisis financiera de los Estados Unidos, extendida al resto del mundo por el sistema bancario y los fondos de inversión en bonos hipotecarios.
Mientras Ben Bernanke, presidente de la FED, recortaba los tipos de interés para “prevenir que la falta de crédito y la cancelación de pagos de las hipotecas arrastren al país a un recesión”, y el presidente Bush tiene que negociar hoy con el congreso un paquete de emergencia para las familias norteamericanas de menor renta, en España, Rodríguez-Zapatero y el ministro Solbes concluyen que la economía está protegida contra la inestabilidad de los mercados financieros y que “ no hay que exagerar el asunto”, como si la economía española no dependiera del crédito externo para afrontar sus inversiones.
Sin embargo, un repaso a los periódicos ofrece una visión diferente: Le Monde destaca el análisis financiero de Pierre-Antonine Delhommais que desdice a Rodríguez-Zapatero y a su ministro, señalando que “En España es posible temer lo peor (…) Todo apunta a la explosión de la burbuja del crecimiento de la economía española, por mucho que diga el Presidente Zapatero”. Le Petit Journal, Evening Star, Wall Street Journal, Financial Times conciden igualmente en tal escenario debido a la dependencia española de la construcción inmobiliaria y de la facilidad crediticia. Es alarmante la información publicada este miércoles en Bloomberg.com, que afirma que Moody´s prevee que los impagos por hipotecas se multiplicarán en España por 15 en 2008. Este riesgo ha obligado a todos los bancos españoles a cancelar la emisión de bonos hipotecarios, privándose así de una de sus principales fuentes de financiación.
Ante este panorama el gobierno es presionado para que actue. Pedro Pérez, secretario general del G-14, declaraba hoy en la Cadena Ser, instando a medidas gubernamentales, que los bancos tienen que volver a inyectar líquidez al sector para evitar la desaparición de medio millón de trabajos. Pero un gobierno que no tiene más control que el de sí mismo, rechazará reconocer una situación de emergencia, menos aún en plena campaña electoral.
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